En el centro de la Vía Láctea los antiguos andinos reconocían en las manchas oscuras constelaciones con formas de animales. La Yakana o la Llama Celeste es una de esas constelaciones negras que se mueven en el cielo con su largo cuello y su cría amamantándose, junto a formas de zorro, perdiz, sapo y serpiente. Se dice que la Yakana suele bajar en las noches a tomar agua en los manantiales por senderos verticales que conectan el mundo celeste con las profundidades de la tierra. Y sin que nadie lo sepa, baja todas las noches a tomar agua del mar, porque de no hacerlo el océano cubriría todo el mundo en un instante. Yakana es considerada además la creadora de las llamas, de su fertilidad y multiplicación en la tierra. Dice un viejo mito andino que Yakana cayó de noche sobre una persona que no poseía llamas, siendo oprimida por su gran cantidad de lana, la que intentaba arrancar en la oscuridad. Cuando despertó al amanecer pudo ver que la lana que arrancó era de todos los colores (azul, blanca, negra y jaspeada). Entonces adoró a Yakana, obteniendo del intercambio de la lana una llama hembra y un macho, y con lo cual llegó a multiplicarse en dos o tres mil llamas. Se dice que se le aparecía a la gente con fortuna, y que muchos decían haberla visto y ser beneficiada por ella.
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